20081026

03. El despertador

Por cierto, el despertador del que antes hablabamos es el más feo del mundo. Es rectangular de plástico imitando madera de roble con unos números rojos en la parte frontal, gigantescos, que parecen salirse del mismo de despertador, OH! parece una linterna. Todas las noches tenemos que girarlo hacia la pared por que parece un faro. Además no tiene un sonido establecido ni ordenado sencillamente se activa la radio, y te puede despertar cualquier todo de voz, femenino o masculino, o alguien fañoso agripado, o una canción, en fin es de lo más variado en despertadores. Y al ser un regalo que le hizo no sé quien por no sé que motivo Mons ya no quiso deshacerse de el, pero un día desapareció y nadie sabe como sucedió.

Cuando empezó toda esta historia, quería que ese fuera el despertador protagonista. No llegaba a recordar dónde estaba ese dichoso despertador. Lo buscó por toda la casa. Le pregunto a todo los conocidos. No, no quería aparecer y por eso intentó comprar uno igual en la tienda de antigüedades, se acuerdan, mis padres les decía:
«la tienda de los indios, si hombre, los del puerto » Pero tal antigüedad ya no se conseguía.

Cuando terminó su búsqueda sin éxito le regalé uno metálico plano y sin luz. Parecía un lápiz, mantenía el equilibrio sólo una maravilla de los tiempos que vivimos. Dos horas después mi madre aparece en casa.

―Lo encontré ― gritó con el aparato en la mano.
―!Ah, que bien! se pondrá bastante contenta, gracias.- respondí, pero en realidad quería casi gritar, «Esconde eso, Madre »

Por fin apareció el despertador del cual Mons no se dejaba despertar.

―¿Sabes dónde lo encontré?, en el muro de la derecha, donde tienen que estar todos los trastos y las cosas viejas. Pero no le digas que estaba allí, tú dile que lo tenía guardado, como un "tesoro" ― me colocó aquella cosa en la mano, me dio un beso y un portazo.

02. El salto diario

Todos los días Mons salta de la cama y su compañero no sabe quién es mas puntual, si el despertador o ella. Intentó averiguarlo, durante tres semanas se levantó varios minutos antes del espectáculo que ambos daban. Fijándose atentamente, con el despertador en la mano y colocándolo a una altura donde podía observar también a Mons, no daba crédito a sus ojos, la exactitud de ambos era asombrosa.

El día más divertido de todos, fue cuando la despertó Radio Taxi. Decía ¿Qué es? ¿Es la radio de la policía? ¿Es un taxi? ¿Es el despertador? ...

Y a las 7:29:08. Tira la manta por los aires, y con su salto mañanero aplaude para que se enciendan todas las luces. Da comienzo la carrera por el pasillo dirección salón, mientras suena el despertador, que esta vez, nos alegra el día con melodías de flautas. Primero, una parada en el baño. Dobla la esquina del pasillo, no entra en la cocina, sólo estira la mano y pulsa el botón maravilloso, situado en la pared. Dicho botón encenderá la cafetera, el calentador de leche y la tostadora. En unos segundos un silbido delicado la avisará para tomar su desayuno.

A las 7:33:00, Mons sentada en su cojín, ya no escucha las melodías de flautas, Bert acabó con ellas. Mira por la ventana y con movimientos suaves se acomoda en el cojín contra el sofá y espera ...

01. La noche

Era curioso, Mons todas las noches desde la puerta del dormitorio y con las manos preparadas para dar una palmada, que dejará la casa a oscuras, mira el rincón de invierno. Localiza con la mirada la mesa, sobre ella debe estar; su bolígrafo, el bloc de notas y los prismáticos. Detrás está el sofá y sobre este el cojín. Por último debe estar la ventana con la opción de tintado transparente. Y cuando ella considera que todo esta preparado, escucho desde la cama una palmada, así empieza a perderse poco a poco, los tonos de las paredes, las formas del suelo, casi ni veo su silueta al entrar en la habitación. Todo se oscurece.

Antes de arroparla pone en hora el despertador y mientras me mira, comenta; que no puede fallarle, que se fía mucho de él. Yo sólo puedo sonreír, si no estoy roncando antes de las palmadas. Después ya viene la parte íntima de esta historia la cual surge en la cama como, casi todas las noches. No quiero que se confundan, lo que tenemos es una conversación filosófica; de la vida pasada, de la futura, de nuestra hija Lau, del mundo, de las soledades momentáneas y de cómo lo aprendido hasta ahora nos lleva a conclusiones que a edades más cortas no entendíamos. En fin, hablamos y divagamos de muchas cosas. Y después sí, nos dedicamos al sexo.

Hay noches en que el sueño es continuo pero hay otras que sobre las 4:00 de la madrugada me despierta un grito como este, ¡ya tengo la solución!, ríe y al segundo ya está roncando. Dios, esta mujer me va a matar.

20081005

Estructura que respira...

Me engaño lo espectacular que eres.
La soledad se desliza acompañada del viento.
El viento no tiene limites.
Los limites son delgadas curvas.
Curvas que se entrelazan para formar cuadriculas trasparentes.



Pareces un recuerdo deteriorado de algo grandioso.
Tienes formas sin utilidad definida.
Y aunque no tienes piel, eres camaleónica.
De color azul, en verano.
De color gris, en invierno.
De color sonoro, cuando las gaviotas te acompañan.
De color verde, cuando llueve.
Lluvia que deja que acaricies el arco iris.




Cuando te miré me maravillé.
Cuando entré, escuche y escuche... y corrí para huir.
La huida dejó atrás lo que me asustó.
Escuche la respiración de tu soledad.



20080927

Soñe ser una semilla que brotaba



Al ver crecer formas, colores y sabores.
No tuve dudas y te envidie.
Quise ser TU
Semilla que busca luz

Quise convertirme en tierra seca
Cuando vi la sombra de tu semilla.

Quise repartir mil semillas de una,
Me daba igual ser franbollano o manzano.

Quise convertirme en tierra húmeda y plagada
Cuando vi la fruta de tu semilla.

Quise repartir mil semillas de una,
Me daba igual ser flor o retama.

Por eso me planté a tu lado.
Para estirar las manos como ramas de árbol.
Todos los días mil posturas desmontaba,
Para parecerme a la vida de mi envidiada.

Por momentos sentí
como el sol me daba sed
para regarme sin ser quemada

Por momentos sentí
la luna fría que me acariciaba
Para dejarme helada.

Aveces bichos andadores y voladores
me visitaban., me acariciaban, me cosquilleaban.
Incluso me plagaban,
para que el sol no los castigaran.

Y de repente ya no quise ser semilla
quise ser bicho volador.
Para darte aladas y vivir a tu sombra, semilla amada.

Casa

Cuando recorrí por primera vez aquella casa pensé que estabamos visitando la casa de “alguien”. Recuerdo llegar a una puerta de dos hojas de madera, después de atravesar una pequeña hilera de cañas, de ver matorrales y una casa color vino al fondo de un gran terreno. Aquella puerta colocada sobre un gran peldaño, destacaba por soledad. Estaba centrada en una pared blanca de dimensiones exageradas. En mi memoria quedó grabado aquel día que mis cuatro hermanos y yo entramos por primera vez, en lo que sería hasta hoy “Casa”.
Cuando abrieron la puerta me encontré un espacio abierto, me sorprendió que un jardín estuviera dentro de unos muros tan altos, todo aquel espacio era rectangular de paredes blancas, una escalera pegada en la pared de la derecha, sin barandilla, que parecía salir de la misma pared, no tenía punto de apoyo. La pared que se encontraba frente y en su lado más izquierdo tenía un arco de medio punto que daba a un patio. Ese arco quedaba debajo de la escalera y a medio camino de su trayectoria entre el jardín y el patio.
Cuando quise acercarme al patio, me sorprendieron mis suecos, sonaban diferentes. Pisaba un suelo con un sonido nuevo, estaba echo de piedras pequeñas que formaban un camino alrededor de dos paterres circulares de grandes dimensiones, con una altura de medio metro. En realidad eran de forma hexagonal, pero lo que conocía mi edad eran los círculos y así los vi en aquella época.
A medida que pasaba el tiempo aquel jardín se llenó de una gran variedad de plantas, enredaderas que ocupaban las paredes, de rosas, incluso mi Padre en los paterres centrales, colocó unos tubos que guiaban unas parras, en el paterre de la derechas uvas negras, en el de la izquierda uvas blancas. Aquel lugar era uno de los favoritos para jugar un equipo de cuatro hermanos pequeños y unos cuantos primos que llegaron después, subíamos por los tubos en busca de fruta y era el lugar perfecto para jugar al escondite...
La escalera nos llevó a descubrir una azotea inmensa, donde podías montar en bici sin ningún tipo de problema. Los muros que contorneaban toda la casa eran anchos y nos servía de pista para echar carreras con los coches. Tenía un cuarto que fue personalizado, por cada uno de nosotros. Lo primero que se guardo en él fueron recuerdos de mis padres, nos gustaba subir y registrarlo, un día encontrabas un macuto enorme con ropa de marinero, otro día descubrías objetos antiguos. Después pasó a ser el cuarto de reuniones de los amigos de mis hermanos, allí dibujábamos, hasta construimos un carro con cojinetes, para lanzarnos por las calles con pendiente. Aquel cuarto soportó un grupo heave metal que formó otro de mis hermanos y con el tiempo se quedó como taller. De allí salen estanterías, armarios, nos gusta personalizar las cosas.
El arco que daba al patio, tenía una dimensión de dos metros de ancho por tres de alto y quedaba un peldaño mas elevado que el jardín. También era de forma rectangular, a la derecha una puerta acompañada de una ventana y una bomba de agua, era un artilugio bastante extraño, subías una palanca y al bajar salía agua. Al fondo una ventana de dos metros de ancho por dos de alto y a la izquierda un cuarto debajo de la escalera y una pileta. Este lugar se convirtió en la zona de deportes, colocamos una canasta, algún que otro cristal se rompió con los balones estaba claro que lo mío no era el baloncesto. Teníamos una red portátil de tenis, que colocábamos en el centro del patio para echar partidos. También era zona de reunión, un lugar donde nos sentábamos todos después de medio día a comer golosinas y a decir tonterías.
Cuando abrí la puerta que se encontraba en el patio, vi una pared frente a unos dos metros, giré la cabeza a la izquierda, allí estaba el pasillo más largo, ancho y de techos más altos que había visto en mi vida. Ese pasillo tenía cuatro puertas dobles a la derecha que daban a dos baños, una cocina y un dormitorio. A la izquierda una puerta que daba a otro dormitorio, una puertita que contenía una pila de agua, situada justo delante de la bomba de agua del patio. Al fondo del pasillo una puerta de cuadros de cristal, era corredera y ocupaba todo ancho y alto del pasillo. Fue sin duda el lugar donde más reímos. Para nosotros era una pista de patinaje. Nos quitábamos los zapatos cogíamos polvos de talco y rociábamos la mitad del pasillo, y así nos turnábamos para lanzarnos y realizar piruetas. ¡Por supuestos con calcetines, para resbalaba más! Claro que todo no fueron risas. ¡Mi madre se cogía sus buenos cabreos!
Detrás de la puerta corredera, estaba un pasillo corto que giraba a la derecha y una sala pequeña a la izquierda. Estos estaban divididos por columnas pintadas con un toque antiguo con fondo verde mate y pinceladas beige, sobre las columnas un arco muy decorado con tono dorado, eran espectaculares. Con el tiempo supe que eran arcos de medio punto con columnas dóricas. A ambos lados de esas columnas existían tres puertas, una de ellas estaba en la sala, las otras dos al girar el pasillo a la derecha. Dos de ellas se comunicaban dando a un gran salón comedor con dos ventanas que daban a la calle. En medio de ese salón se repetía el mismo juego de columnas.
El salón comedor se uso como zona de deberes, allí realizábamos las tareas del colegio, nunca tuvimos que ir a la Biblioteca. Existía un mueble de un color muy oscuro, con vitrinas y puertas en los módulos bajos, estaba ocupada por muchos libros. Todas las consultas se realizaban en casa, tenían enciclopedias de todo tipo; diccionarios, la historia de canarias, la primera guerra mundial también la segunda, el mapamundi, libros de geografía, la colección completa de Blasquez Ibañez, el libro del exorcista, alguien voló sobre el nido del cuco, (por cierto me lleve una decepción cuando vi las respectivas películas) cien años de soledad, curso de ingles con cintas de casete y por supuesto la colección de Tintín... También en una de las puertas de ese mueble, mi Padre guardaba colecciones de música mejicana, música canarias... Debo reconocer con un poco de vergüenza, que muchas de esas cintas desaparecieron para grabas experimentos musicales y que la colección de tintín acabo con bigotes y dibujos, por supuesto todo era experimentar.
No se me puede olvidar una puerta que se encontraba en el pasillo que giraba a la derecha, fue una sorpresa descubrir que detrás existía un zaguán, sus paredes estaban cubiertas por azulejos muy alegres, con los patios andaluces, allí existía otra puerta más tosca, más oscura, yo sinceramente pensé que la casa continuaba. Al abrirla descubrí la calle, nos encontrábamos en la parte delantera de la casa. Una calle con una gran pendiente para tirarse con un carro de conjinetes. Al final de la calle, existía un terreno, que daba toda la vuelta alrededor de la casa y volvías a llegar a una puerta de dos hojas de madera, donde yo pensaba que vivía “alguién”.
El tiempo modificó un poco la casa de mi infancia, pero no la de mis recuerdos.

20080906

Olor a menta

Al llegar a la puerta que comunica el jardín con la entrada de la cocina, siempre me detengo unos pasos antes para asomarme por la ventana y así poder observar, mientras saboreo el primer cigarro de la mañana, a los compañeros que entre sonrisas y bostezos, comienzan a preparan: el café, la fruta, la mermelada de tomate, en fin, todo lo que hace falta para que los clientes del hotel afronten la mañana con un buen desayuno, pero ¿qué pasa ahí? Joe, entra gritando, parece que viene del salón. Antes de tirar el cigarro, cojo dos caladas más para asimilar lo que sea y cuando me acerco para entrar noto un empujón y caigo al suelo. Me duele mucho la cabeza, sólo consigo ver entre el vaivén de la puerta cómo aparecen y desaparecen unos zapatos verdes mezclados con otros mil zapatos negros.

―Fran, Fran, ¿se encuentra bien?
―¿Qué pasó? ¿Por qué gritaba, Joe? ¿Dónde están los zapatos verdes?
―Fran, tranquilo, ya pasó. Joe, estaba histérico, porque no teníamos el pan para el desayuno, usted estaba a punto de entran y lo empujaron. Váyase a casa. Nosotros nos encargamos de todo ―

Mientras me alejo del hotel con mi andar peculiar, no paro de pensar en esos dichosos zapatos verdes, ¿olerían a menta como la otra vez? Me pongo a temblar, estoy nervioso, decido sentarme para entrar en mis recuerdos.

«Todo empezó, cuando andaba escondiéndome de mi madre, debajo de la cama, llevaba dos horas allí metido, la linterna se quedó sin pilas y la historia de Spiderman, me aburría, la barriga me exigía que comiera algo, pero arriesgarme a salir, era enfrentarme a mil sutilezas de mamá, palabras envolventes, que todavía hoy sigue utilizando. »

Casi cuando rompo a llorar, se abre la puerta de mi habitación y entran los zapatos verdes más bonitos del mundo, brillan y se pasean por mi habitación, dejando impregnando todo con un olor a menta. Me quedé ausente por el olor, un par de horas más y al salir de mi escondite, entré en la cocina preguntando a mi madre que quién había entrado a mi habitación. Ella marcaba en su rostro una expresión burlona como diciendo, «Ahí, estabas escondido », como si no supiera dónde acabo cada vez que me enfado con ella. Todavía no me ha contestado.

Decido continuar mi camino. Es que desde los ocho años, vivo por la menta; chicles y caramelos de menta a toda hora, mi equipo de fútbol es el Real Betis. En cuando a los zapatos, me pasé años buscando una imagen de ellos, sin resultado alguno, pero sí encontré otros, que merecieron la pena ser guardados. Tengo 2.854 pares de zapatos debidamente clasificados por época. Seguí creciendo con mis pensamientos verdes. Realice dos carreras: La de Psicología y la de Restauración, especializándome en postres de menta. Saben ustedes que comencé fumando cigarrillos de menta, pues sí, no soy adicto al tabaco. En fin, así llevo treinta y dos años.

Cuando llegue a casa tomaré un tasita de menta poleo. Mañana me levantaré pronto para visitar el Mercado, seleccionaré las mejores verduras, carnes y pescados.
Después de un rato decidiendo que cajas de setas y champiñones me llevaría, empiezo a escuchar detrás de mí, a una chica cotilleando sobre una vecina que fue abandonada por su marido, giro para ver quién es, y solo veo gesto que adornan la historia, por cierto demasiado exagerados, la chica estaba rodeada por el gentío.

El cotilleo seguía, la gente ya la agobiaba, ella quedó bastante lejos de mí. De repente cae la caja de champiñones que sostenía en la mano, se dispersaban como si fuesen atacando por la policía antidisturbios.

¡Dios!, agachado estaba yo recogiendo tal desastre, cuando veo saltar unos zapatos verde, no era posible ¿sería ella? Ya no escuchaba nada, obsesionado me encontraba gateando en dirección a esos zapatos, por momentos se perdían, me empujaban, yo intentaba levantarme, no conseguía ver nada. Decidí gatear otra vez, pero de repente, desaparece la gente y por supuesto los zapatos verdes. Escuché una carcajada, levanté la cabeza, allí estaba un niño desdentado, pecoso y malcriado.
¡OH¡ era horrible y se reía de mí. Lo miré mal, bastante mal y se fue corriendo. Me levanté mirando todos los zapatos que alcanzaban mi vista, no eran verdes.

Cuando todo llegó a su lugar, incluidos los champiñones, me acerqué al puesto de Bernarda, la mujer más coqueta, ordenada y elegante del mercado. Era un encanto, de esas personas que te gusta su conversación. Ella vendía las mejores hierbas medicinales de todo el mercado. Elaboraba unos licores, que te dejaban con el pelo sentado. Cuando comenzó a experimentar, no controlaba el nivel de alcohol que añadía a sus inventos y le dieron algún problemilla que otro puesto que probaba todo lo que ingeniaba, llegaba con unas trancas. Aquel tiempo ya pasó, aunque de vez en cuando se pasaba el día entero con gafas oscuras, un tanto sospechosas.

―Qué tal, Fran, ¡que decaído te veo hoy!, ¿conoces a mi nieta, Macu ― me sonreía Bernarda presentándome a la muchacha.
―¿Eres tú la chica que estaba antes contando una historia? ― le pregunté.
―Sí, que triste es este hombre, abuela. Entre, quítese los zapatos y tómese un licor con nosotras. ¡Ánimo!. Entre ― insistían ambas.

No quería pero me agarro el brazo y me hizo quitar los zapatos ¡Qué sonrisa tan bonita tenia! El licor estaba buenísimo, los dedos de los pies se llenaron de hojitas que me hacían cosquillas. Me encontraba tan feliz, allí sentado en una caja de tomates, escuchando mil historias inventadas por abuela o por nieta, no sabría decir quién aprendió de quién, incluso me contaron un cuento, de una niña de 10 años, que pintó los zapatos de su abuela de verde purpurina y los llenó de hojitas de menta.

No me acuerdo como llegué a casa, sólo sé que mis zapatos estaban pintados de rojo y que mi habitación olía a fresas.

Desesperada




Algo hay en el ambiente.
«Vete, que no quiero que entres »

Los tiempos que andan algo han traído y no quiero verlo.
«Evítala, que ni se acerque.»

La desesperación rozaba la entrada.
Supimos darle una buena patada.
Casi vencida y derrotada
«Verte, no quiero y menos que entres »

Seguía insistiendo la muy pesada.
Solo nos faltaba, echarla.
Por supuesto, puerta y manta.

«Vete ya, que no quiero que entres »
Pues otras cosas queremos que lleguen.
Pero tu, no, «desesperada »

20080903

Estado mental: Ocupado

―¿Qué hacer? ¿Qué escribir? ―Me estoy preguntando.
―!Aburrida! ― Me contesta.
―Eres Genial. Eres, la que me no me aburre, siempre sabes como liarme, eres la única que puede ayudarme, ¿qué palabras debo utilizar? Es que no paras, de aquí para allá y de allá, para volver aquí. Mente, ¿puedes estarte quieta ya? ― Tecleo yo.

Y entonces empieza a jugar.

― Que sí, que no, que blanco, que negro, bien, mal…
―¿Cómo debo empezar? ¡Para!, ¿es que no quieres ayudarme a escribir algo mas? ― Tecleo yo.
―No voy a dejarte, no ves lo que has escrito ya. ¡Despistada! ― me llama y reímos sin más.

Y entonces no quise escribir más.

El libro

Le había prevenido sobre el libro. Ahora era demasiado tarde. ¿Cómo iba ha saber lo que pretendía Leopoldo en la sala de La Regenta? Era una locura.
Leopoldo, Laura y yo quedábamos todas las tardes de los viernes para echarnos un café y "culturizarnos". Nos encontrábamos en La Regenta, en El CAAM o nos pasábamos toda la tarde en "La librería Canayma" Todo dependía de una llamada que siempre realizaba Leopoldo a las 11:00 de la mañana de los viernes.

Me llamó un lunes para informarme que había recibido el libro "El libro de los sueños siglo XIX" Leopoldo coleccionaba libros antiguos, lo hacía a través de Internet, participaba en subastas o intercambiaba algunos de sus tesoros para conseguir lo que quería. Por fin, tenía la colección completa desde el siglo XIV al XIX. Debes saber que no se los enseñaba a nadie, todos sabíamos de los libros, pero no era capaz de enseñarlos, espesábamos a dudar de su existencia. Los guardaba bajo llave y los cuidaba a diario.
En nuestras tardes de reunión siempre se le escapaba algún comentario; "los libros sólo tienen fotos en blanco y negro" " Son libros con una carga emocional tremenda" "el último tiene fotos de mis antepasados" "Cada persona que realiza la foto, tiene que ser después fotografiada"... Ahora me doy cuenta que fue poco a poco advirtiéndonos de lo que pretendía, el Leopoldo.
Me llamó el miércoles para contarme que aquellos libros, pasaron durante mucho tiempo de una familia a otra, y si no existía descendencia, pasaban a un buen amigo. Que le encantaría aparecer fotografiado en el próximo número. Yo bajo mi ignorancia, le dije "Haré todo lo posible para que aparezcas en uno de esos libros".
Me llamó el jueves, para decirme que acabada de realizar una foto a una chica para el próximo libro.
Me llamó el viernes, yo me encontraba con Laura desayunando en el bar que está al lado de la oficina. Me pidió que abriera la página 56 del Canarias 7 y que mirara la foto de la derecha y que nos veíamos en la entrada de La Regenta a las 5:00. Anunciaba una exposición de fotografía a tamaño real. No leí bien el contenido, ni siquiera el título, sólo nos fijamos en la foto. Sólo le comenté por teléfono "Tiene buena pinta.". Él soltó una carcajada y me colgó.
La primera impresión de esa foto fue que intentaban representar un cuadro de algún pintor, me aprecio cursi, con las flores sobre el libro, ella tumbada en la cama dormida después de un buen rato de lectura.
Cuando estabamos delante de la sala de exposiciones, después de besos y palabras de saludos, nos dijo " tienen que saber que la chica de la foto es "Matilde", abuela de la abuela de mi tatarabuela. Estoy emocionado con esta exposición, llevo desde que tengo uso de razón guardando el primer libro que me dejó mis antepasados, ya tengo la colección completa y ahora logro ver una exposición de este tema" Yo no entendí nada hasta ver varias de las fotos.
Empezamos a mirar la primera fotografía, la que se encuentra a la derecha. Era una foto donde la cama, los cuadros, los objetos, te decían lo antigua que era. Un señor vestido con un traje negro, con sombrero y tumbado en la cama con los ojos cerrado y una señora que no lo mira, mira al fotógrafo, seca y distante con un libro entre sus manos. Leopoldo se dirigía a nosotras mientras movía la cabeza, esperando alguna respuesta. Hay ya tenía ojos de Loco.
No hicimos comentarios y pasamos con tranquilidad a la siguiente foto. Esta ya nos puso nerviosas. Una foto familiar, seis personas, tres que se encontraban sentadas y el resto detrás. Era una foto triste, todos de negro, todos serios, con caras pálidas, el señor que estaba sentado en el centro, parecía dormido, incluso estaba con los ojos cerrados. Uno de ellos llevaba un libro entre sus manos. Laura soltó un "Joder, que fotos más... Uh... no sé como decir..."fúnebres". Solté una carcajada temblorosa y Leopoldo nos miró mal, lo que nos dio pie a más risas.
Seguimos el recorrido, la siguiente foto era la del periódico, me acerqué para ver quién era el fotógrafo, por supuesto Leopoldo V. Me miró y me recordó con sus ojos, mis palabras. "Haré todo lo posible para que aparezcas en uno de esos libros". Se acercó a mí y me dio un libro.
Yo me quedé paralizada pensando " Vaya muerto me ha tocado".

Ellas

Siempre viene a traerme la fruta de la finca, cargada con dos bolsas con naranjas, papayas, plátanos y algunos limones. Después se queda un gran rato mientras yo cocino. Suele venir también por las tardes, se sienta a tu lado, atenta a nuestra conversación. Le encanta estar aquí. Ayer se cortó el pelo como un "machillo", eso sí, no hay quién le toque los flecos, siempre tapándole la cara, ¡y mira que es bonita mi nieta! Ahora viste de camiseta negra; unos días pone una palabra ordinaria, otros unos dibujos diabólicos. ¡No sé, que pesar!. Y el pantalón vaquero creo que se lo compró roto. Te acuerdas que me volvió loca para que le comprar unas "Oli istars", fíjate que ya no me acuerdo ni el color que tenían, están desteñidas, deshilachadas, ¡Es que no quiere otros zapatos¡
Ella tiene el pelo más blanco que he visto nunca, como un oso polar, nunca se tiño de color y por eso tiene las canas más blancas que existen, es tan finito que parece el de un bebe. Me gusta ir por las tardes a su casa para escucharla cuando habla con Pinito, ¿sabes porqué? Son las únicas personas que conozco, que ponen el mismo tono de voz de la persona de la que hablan. Me resulta tan gracioso. Y cuando venimos del supermercado, sabes el que está por La Pardilla, bajando San Antonio, pues vamos charlando, eso sí, despacio. Nos pasamos horas dentro llenando de varios carros. Lo típico, tiene siete hijas, con un sin fin de nietos y comen todos los Domingo en su casa. Después cuando llega el furgón del supermercado, me llama. Tiene una despensa enorme llena de botes. Yo le ayudo a colocarlo todo, me divierte, abrir los cuatro paquetes de garbanzos y ¡venga! A llenar botes.
Ayer subí a San Gregorio, y le compré un traje "moderno". Sabes que son las fiestas de San Roque, vamos a la misa de las once, como todos los años. También compré unos "botitos" para la despensa, ¡mira que precios, Pino! Como mañana voy al supermercado le daremos un giro a la despensa. Yo no sé porque le gusta tanto colocar la compra a esa chiquilla, ¡me vuelve loca! Suelta los garbanzos en el bote en plan cascada, empieza a jugar, hace un escándalo. ¡Ay, mi nieta!
Me encanta ir a las fiestas de San Roque, seguro que me regala un traje de esos pomposos, ella se pone de guapa que moleta con su vestida de negro, sabes que es una mujer altísima. ¡Ay mi abuela!

No me utilices así



Soy un entendido en noticias. Sé bastante de sucesos y muy poco de cotilleo. Me puedes preguntar sobre la programación televisiva o sobre la cartelera cinematográfica. Te aviso cuando vienen los mejores espectáculos a tu ciudad. Te hablo de lo que haga falta; del tiempo, de la guerra y de la muerte. En cuanto a ofertas y demandas, lo que quieras: trabajo, coches, casas, locales, terrenos, clases particulares… Hasta puedo hacerte feliz si aciertas la Bonoloto o el Euromillón.
Ayer me llegaron comentarios, a mi amigo la destrozaron, acabó en una caja de mudanzas. Sucesos rodeados de cuchillos y tenedores. Internacionales entre copas de vino y de agua. Deportes abrazado a la cafetera. Entre plato y plato estaba la cartelera del cine, los horóscopos, algo de política, en fin…
Esto que te cuento no tiene comparación con lo que le paso a "Pais del 25 de Junio", no sé si será una leyenda urbana, pero acojona.
Lo desplegaron por el suelo de la habitación, ataron página a página con papel adhesivo, lo pisotearon, lo mojaron, lo aplastaron, sobre él colocaron la escalera, los cubos, las brochas, el cúter y las tijeras. Al final callaron sus palabras con gotas de pintura y acabó hecho una pelota de papel para hacer canasta en un cubo de basura.
Hoy soy la portada del Mundo, y me encuentro aquí pegada a un cristal, ¡al lado de la página 53, que habla de fútbol! Acabaré amarilleando y mis palabras serán débiles. ¡Pero hombre, no me utilices así!

20080319

Es un Blog para expresar ideas, puntos de vista, palabras, pensamientos y algún “cabreo”

Las ideas de futuro no se pueden formar sin palabras, estas no surgen si tu mente no esta preparada para solucionarlas y sólo puedes usar otro punto de vista para crearlas.